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El planeta donde jugamos

El cambio climático a la hora de salir a jugar

 





En este momento tan particular, en una pandemia y con la impotencia de ver cómo por cuestiones externas no puedo hacer deporte, me hace sentir como si estuviera en la recuperación de una horrible lesión que me alejó de las canchas. Es un momento de lectura y reflexión.

Hace semanas leo y escucho el término “la nueva normalidad” para referirse a los tiempos que vienen y no dejo de pensar en que la normalidad se va modificando constantemente, aunque puede haber momentos concretos que tuercen la historia, como este.

En el deporte creo que viene una nueva normalidad también, aunque no hablo de una relacionada con el distanciamiento social o el miedo a contagiarnos, hablo del deporte regulado por agentes externos que nos condicionan el cuándo o el cómo jugar.

Hoy el gobierno implementa medidas para cuidarnos en la pandemia; pero, hacia adelante, ¿alguien nos cuidará de las altas temperaturas, de intensas lluvias o de la radiación UV? ¿Estarán los deportes y eventos deportivos condicionados por los impactos del cambio climático?

En algunas ciudades ya es así, como el caso de Adelaida, Australia, en la cual se lleva a cabo el Tour Down Under de ciclismo, donde las altas temperaturas obligan a modificar la competencia, posponer fechas o incluso cancelarlas.


¿Y en Argentina?

Posiblemente no aparezcan estas restricciones en el corto plazo, pero quizás no falte demasiado tampoco.

¿Estamos preparados para eso?

Podemos pensar que simplemente nos quedaremos con menos días de juego, o que no le tocará al deporte que practico sino que a otros, puede ser algún evento menos para ver, un problema para los profesionales, canales de TV, clubes, federaciones, marcas, etc.

Imaginemos que inicialmente pueden ser unos pocos días al año, no es tan grave. Y si luego aumenta a unos días al mes, a la semana…

Pero no nos quedemos sólo con este análisis. Esto también tendría un impacto sobre los clubes de barrio y la gente, sobre la cultura, la formación, la salud, consecuencias económicas, en el turismo y tantas cosas más. Y si consideramos también los impactos que dañan las instalaciones y hacen que sean más días sin actividad, como el caso de inundaciones, el panorama es más feo.

El cambio climático afecta al deporte y no sólo al de alto rendimiento, nos afecta a todos los que queremos salir a jugar.

Si estás pensando: ¡Qué triste escenario! ¡pero no podemos hacer nada, somos una víctima más del cambio climático!, lamento decirte que el deporte también aporta con una cuota interesante al cambio climático y por eso son muchos deportes los que están haciendo cosas para minimizar sus impactos.

Los invito a pensar en distintas situaciones donde el deporte se vio afectado por condiciones climáticas directas como lluvias, golpes de calor, inundaciones, poca nieve por altas temperaturas y otras.

¿Estuvieron alguna vez en un evento que se pospuso, fue modificado o cancelado por estos motivos?

 

El autor es Ingeniero Ambiental y coordina el Programa de Deporte y Ambiente de la Fundación Expoterra.


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